Niebla

(...)
El amor predece al conocimiento, y este mata a aquel. Nihil Volitum quin praecognitum, me enseñó el padre Zaramillo, pero yo he llegado a la conclusión contraria y es que nihil cognitum quin praevolitum. Conocer es perdonar, dicen. No, perdonar es conocer. Primero el amor, el conocimiento después. Pero ¿cómo no vi que me daba mate al descubierto? Y para amar algo, ¿qué basta? ¡vislumbrarlo! El vislumbre; he aquí la intuición amorosa, el vislumbre en la niebla. Luego viene el precisarse, la visión perfecta, el resolverse la niebla en gotas de agua o granizo, o en nieve, o en piedra. La ciencia es una pedrea. ¡no, no, niebla, niebla! ¡ quién fuera águila para pasearse por los senos de las nubes! Y ver el sol a través de ellas, como lumbe nebulosa también.
Miguel de Unamuno

jueves, 25 de junio de 2009

1 Comment:

Esther Cabrales said...

El mejor libro y el más triste que he leído, con diferencia.

 
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